El presente trabajo es una investigación que trata de
profundizar en ciertos aspectos del pensamiento de la filósofa alemana Hannah
Arendt, haciendo especial hincapié en sus conceptualizaciones éticas y, más
específicamente, en la noción de acción.
Para comenzar a introducirnos en la investigación, considero
esencial decir algunas palabras acerca de la vida de la autora que vamos a
abordar.
Hannah Arendt nace en 1906, en Hannover, en la actual
Alemania. Estudia filosofía, teología y griego, teniendo como maestros a
reconocidos filósofos del siglo XX tales como Heidegger, Husserl y Jaspers. Por
su condición de judía, debe escaparse del régimen nacionalsocialista alemán
refugiándose primero en Francia y luego en los Estados Unidos. Entre sus obras
más destacadas se cuentan “Los orígenes del totalitarismo” (1951), “La
condición humana” (1958), “Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad
del mal” (1961), “Entre el pasado y el futuro. Ocho ejercicios sobre la
reflexión política” (1961), “Sobre la revolución” (1963), “Sobre la violencia”
(1970). Arendt muere en 1974, quedando inconclusa una obra a la que iba a
denominar “La vida del espíritu” o “Vita contemplativa”.
Si bien sabemos que lo central en toda la obra de Arendt es
el ámbito de lo político, como puede verse también en los títulos de sus obras
principales, nuestro propósito es intentar indagar en un aspecto diferente del
pensamiento de la filosofa, para intentar rescatar las nociones éticas que
plantea. Pero estas cuestiones deberemos analizarlas en el marco de su
filosofía política y de sus estudios antropológicos, puesto que las relaciones
éticas que se dan entre los hombres guardan una importante relación con los
asuntos políticos por un lado, y con la concepción de ser humano desde la que
se parte, por el otro.
De las concepciones éticas de la filósofa, lo que nos
interesa particularmente abordar (por su vertebralidad en la filosofía de
Arendt) es el concepto de acción.
Para encuadrarlo dentro del marco general de su filosofía,
cabe destacar que la acción puede pensarse como la actividad central de la
experiencia humana. Se enmarca dentro de lo que la autora llama vita activa,
en oposición a la vita contemplativa (que apunta a las operaciones del
espíritu). La vita activa consta de tres actividades generales:
la labor, el trabajo y la acción. La primera refiere a las actividades de satisfacción
de las necesidades propias del ciclo vital. La segunda se funda en la capacidad
humana de hacer, fabricar o producir, permite construir objetos de uso para
aliviar el dolor y la molestia del laborar y para, a su vez, darle al un mundo
un carácter duradero. Y la tercera (la acción) refiere a la capacidad del
hombre de comenzar algo nuevo, de poner algo en movimiento por propia
iniciativa.
A lo largo del trabajo, plantearemos un recorrido que tiene
como punto de partida lo antes mencionado en torno a la acción, y que se
encuadra dentro del contexto epocal de la autora.
En el primer capítulo, abordaremos la acción en relación con
las críticas a la Modernidad y a los gobiernos totalitarios que plantea Arendt,
pensando en relación a esto la violencia y la idea de la banalidad del mal.
En el segundo capítulo, plantearemos un posible cruce entre
las nociones éticas de Arendt y las kantianas, retomando la clásica distinción
entre éticas materiales y formales. Allí buscaremos las divergencias, pero considerando
también algunos posibles puntos convergentes.
Y en el tercer capítulo, retomaremos lo abordado en las
secciones anteriores para proponer una integración crítica, que culmine con
algunas conclusiones personales que hemos podido extraer en el desarrollo de la
investigación.
Para leer el trabajo completo:
https://www.dropbox.com/s/vziln1rupacovfw/Entrega%20final.docx?dl=0
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